La noche del domingo 5 de abril de 1992, el presidente Alberto Fujimori se dirigió a la Nación en cadena nacional para anunciar que desde ese momento quedaban disueltas las garantías constitucionales y, en último término, la democracia misma.
Redacción
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Eran años de profunda crisis económica heredada del primer gobierno aprista y del avance incontenible de grupos terroristas como Sendero Luminoso y el MRTA, que en ese momento tenían prácticamente sitiada la capital de la República a sangre y fuego.
Esa situación límite sumada a un Parlamento de mayoría opositora que no estaba de acuerdo con muchas de las leyes que el Ejecutivo intentaba aprobar, fueron el pretexto del golpe.
La misma noche del anuncio, las fuerzas militares y policiales tomaron las calles con la misión de aplacar cualquier intento de resistencia e incluso de siquiera informar sobre lo que estaba ocurriendo.
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El anuncio de Fujimori, además de declarar el cierre del Congreso de la República, en un flagrante atentado contra el equilibrio de poderes, anunció la reorganización del Poder Judicial, el Consejo Nacional de la Magistratura, el Tribunal de Garantías Constitucionales, el Ministerio Público y la Contraloría General de la República.
Políticos de la oposición y presidentes de las cámaras del Congreso de la República fueron detenidos y mantenidos bajo arresto domiciliario durante las primeras horas posteriores al golpe de Estado.
El golpe del 5 de abril de 1992 reveló además el talante autoritario del fujimorismo, su concepción meramente utilitaria de los medios de comunicación y su desprecio por la libertad de prensa.
Los principales medios escritos, radiales y televisivos fueron intervenidos por los militares la misma noche el golpe en un intento de controlar sus líneas editoriales y la manera cómo iban a informar sobre este atentado contra la democracia al día siguiente.
Veintiséis años después es indispensable recordar todo lo que significó esa ruptura del orden democrático y sus nefastas consecuencias a lo largo de toda la década siguiente. Porque si cometemos el error de olvidar nuestra historia, estaremos condenados a repetirla.
Con información: América