Luego que, la Corte Suprema del Perú el pasado 14 de julio, admitiera a la Sra. Ana Estrada Ugarte, quien padece una enfermedad incurable, poner fin a su vida a través de la eutanasia, el Arzobispo Metropolitano de Piura, Monseñor José Antonio Eguren Anselmi, emitió un comunicado en el que defiende la vida.
«La vida humana es un bien indisponible, es decir es un derecho fundamental que no es susceptible de disponerse a voluntad. Su valor es intangible e inalienable. La dignidad humana es un valor en sí mismo, y no está sujeta a una autopercepción de la persona. En ese sentido, legalizar la eutanasia es en la práctica legalizar el suicidio. Tanto en la eutanasia, como en el aborto, se apela a una mala entendida compasión para así poder eliminar el bien mayor que es la vida», manifestó.
Arzobispo Antonio Eguren
Cabe precisar que ya a inicios del mes de marzo de este año, el Ministerio de Salud, el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, y EsSalud, anunciaron que no apelarían la sentencia en primera instancia, incumpliendo con su obligación de actuar en defensa de la vida y de las leyes, y no por posiciones ideológicas de moda.
Eguren indicó que, «la ratificación de la Corte Suprema de Justicia, a mi entender, constituye una usurpación de las funciones legislativas. La eutanasia es anticonstitucional, y además está prohibida por el Código Civil, el Código Penal y la Ley General de Salud N° 26842, que establece que se debe respetar la vida del ser humano desde su concepción hasta su fin natural, es decir, la muerte, sin intervención de terceras personas o de la misma persona».
Recomendó buscar alternativas, como la medicina paliativa que ayuden a brindar una mejor calidad de vida al enfermo. Asimismo se debe acompañar, escuchar, hacerlo sentir amado, evitar la soledad, el miedo al sufrimiento y a la muerte, ya que se encuentran entre las principales causas de solicitud de eutanasia o de suicidio asistido.
Monseñor calificó esta decisión de absurda, ya que «venimos de la tragedia de una pandemia en donde todos hemos sido testigos de la lucha heroica de enfermos, familiares, y personal sanitario por la vida. ¿No es ello acaso una señal clara que la lucha es siempre por la vida y no por la muerte?».