Con profunda fe, recogimiento y fervor, los fieles piuranos, devotos del “Cristo de las Maravillas”, se congregaron la mañana de hoy en el atrio de la Basílica Catedral de nuestra ciudad, para participar de la Santa Misa en honor al Señor de los Milagros, la cual fue presidida por nuestro Arzobispo Metropolitano, Monseñor José Antonio Eguren Anselmi, S.C.V., y concelebrada por muchos sacerdotes de nuestra Arquidiócesis.
Terminada la celebración eucarística, en la que también participaron las principales autoridades, políticas, civiles, y militares de nuestra ciudad, y tras cantar juntos el Himno Nacional del Perú, la venerada imagen de nuestro «Cristo Moreno» inició su tradicional recorrido procesional en hombros de nuestro Arzobispo, junto a los directivos y miembros de la Hermandad, y acompañada por un mar humano de fieles, rumbo a la Parroquia «Santa Rosa de Lima», donde pernoctará, hasta su vuelta mañana a la Catedral de Piura.
A continuación compartimos la Homilía completa pronunciada por nuestro Arzobispo hoy:
¡Señor de los Milagros: Tú eres nuestra única esperanza!
Queridos hermanos y hermanas:
Después de dos años, con inmenso gozo espiritual, nos volvemos a reunir en torno a la venerada imagen del “Señor de los Milagros” para celebrar esta Eucaristía en su honor y posteriormente acompañarle en procesión. A su paso, Él irá recogiendo en su Sagrado Corazón, todas y cada una de nuestras súplicas y peticiones, e irá derramando su amor misericordioso sobre todos y cada uno de nosotros, así como sobre nuestros hogares, centros de trabajo, de estudio, y sobre nuestros vecindarios. Este mar morado que esta mañana se ha congregado, es señal de la profunda fe y amor que le profesamos a Aquel que es nuestro “Amo y Señor”. Porque, ¡Él es el Amigo que nunca falla!
Es bueno recordar que, durante los años más duros de la pandemia, el “Señor de los Milagros” no dejó de salir a nuestro encuentro haciéndose presente en nuestras calles, distritos, y hospitales, haciéndonos sentir su compañía y consuelo. Confortó a nuestros enfermos y moribundos, y concedió la vida eterna a nuestros difuntos.
En aquellos momentos dramáticos y dolorosos de la pandemia, el “Señor de los Milagros” no nos abandonó, y nos ayudó poderosamente a no caer en la desesperación ante las adversas circunstancias que nos tocó vivir. Al paso de su Imagen bendita en su nazareno móvil, escuchábamos que nos decía: “En el mundo tendréis tribulación. Pero ¡ánimo!: Yo he vencido al mundo” (Jn 16, 33). En los peores momentos de la pandemia, el sostuvo nuestra esperanza y renovó nuestra alegría de vivir. Por eso hoy le decimos al “Señor de los Milagros”: ¡Gracias por tu amor fiel a nosotros! ¡Tú, eres nuestra única esperanza! Asimismo, en esta Santa Misa, encomendamos de manera especialísima a todos los muertos por el Covid-19, y a sus acongojadas familias. ¡Señor de los Milagros dales la vida eterna!
“Venid a Mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados”
Quien venera la sagrada imagen del “Señor de los Milagros”, lo que reverencia es al Señor Crucificado. Efectivamente, Jesús, “es el varón de dolores y sabedor de dolencias” (Is 53, 3). Por ello, nuestros sufrimientos no le son ajenos, sino que los comprende y acoge. Agobiados por el peso de nuestros pecados, debilidades y otras muchas preocupaciones que oprimen nuestro corazón, al mirarle con fe, encontramos en Cristo crucificado, consuelo, fortaleza y esperanza en el sufrir. Sentimos muy dentro del corazón que, desde su trono, que es la Cruz, nos dirige una vez más sus reconfortantes palabras: “Venid a Mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y Yo os daré descanso” (Mt 28, 11).
Y nosotros, animados por estas palabras, vamos a su encuentro y siguiéndole en la procesión le cantamos: “Señor de los Milagros, a Ti venimos en procesión, tus fieles devotos a implorar tu bendición”.
¿Por qué ha sido necesaria la Cruz?
¿Por qué veneramos al crucificado en el lienzo del Cristo de Pachacamilla? Porque en la Cruz se ha revelado al máximo el amor de Dios por la humanidad, es decir, por todos y cada uno de nosotros. Así lo hemos escuchado en el Evangelio de hoy: “Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único, para que no perezca ninguno de los que creen en Él, sino que tengan vida eterna.” (Jn 3, 16). La Cruz, es también el recuerdo permanente del amor de Cristo, que dio su vida por nosotros, sus amigos: “Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo” (Jn 13, 1).
Con el Papa Francisco podríamos preguntarnos y respondernos: ¿Por qué ha sido necesaria la Cruz? Por la gravedad del pecado que nos tenía esclavos del mal. A toda la fuerza negativa del mal, Dios ha respondido en la Cruz con toda la mansa omnipotencia de su amor misericordioso.
Hay veces creemos que frente al mal Dios no habla, se queda mudo, no actúa, no interviene, pero no es así. Frente al mal, fruto del pecado, Dios no se ha quedado callado, ha hablado con su amor crucificado. El límite impuesto al mal ha sido en definitiva la “divina misericordia” que en la Cruz ha llegado a su plenitud.
Sí hermanos y hermanas: “Cuando dirigimos la mirada a la Cruz donde Jesús ha sido clavado contemplamos el signo del amor, del amor infinito de Dios por cada uno de nosotros y la raíz de nuestra salvación. De aquella Cruz brota la misericordia del Padre que abraza al mundo entero”.[1]
De la misericordia del Señor, todos estamos necesitados
Los invito ahora a todos a fijar nuestra mirada en la imagen del “Señor de los Milagros”, y considerar cada una de sus cinco llagas, para que observándolas se suscite en nuestro corazón, un sincero dolor por nuestros pecados, y un firme propósito de nunca más ofender al Señor y de hacernos daño pecando. Alguno podrá decir: “Pero soy tan pecador. Mi pecado es tan grande. Es imposible que el Señor de los Milagros me perdone”. Querido hermano y hermana: Si así piensas te equivocas. Puede ser que grande sea tu pecado, que tu maldad sea horrible, “mas, ¡ay Señor!, tu misericordia es mayor; y así en ella espero, en ella confío como tu siervo David, como la pobre Magdalena, como el humilde publicano, como tu apóstol San Pedro. En Ti está toda mi esperanza, en tu misericordia toda mi confianza”.[2]
El perdón del “Señor de los Milagros” es aquello de lo cual todos tenemos necesidad. Por ello no dejemos de buscar este perdón, su misericordia, en el sacramento de la confesión. Los milagros más importantes de Octubre se dan en los confesionarios, donde Jesús, en la persona de su sacerdote, te absuelve, te perdona, te libera, te reconcilia, te levanta, y te da la posibilidad de una vida nueva, de un renacer, de un nuevo comenzar.
Cada persona que se confiesa puede realmente decir: “Sí, hoy he renacido, hoy empiezo de nuevo, y con la ayuda del Espíritu Santo es posible que yo el pecador de ayer llegue a ser el santo de hoy”.
Junto con las llagas y las heridas de la cabeza, de las manos, y de los pies, producidas por la corona de espinas y los clavos, está el costado traspasado del Señor que dejó al descubierto su Sagrado Corazón. La imagen del “Señor de los Milagros” nos muestra esa herida con toda la fuerza dramática de la pintura hecha arte de fe.
San Juan quien estuvo al pie de la Cruz, acompañando a Santa María, nos dirá que: “Uno de los soldados le traspasó el costado con una lanza, y enseguida salió sangre y agua. Y el que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero; y él sabe que dice la verdad, para que vosotros también creáis” (Jn 19, 34-35). Siempre he pensado que Jesús quiso que viéramos su Corazón para que no nos quedara la más mínima duda que nos había amado hasta el extremo (ver Jn 13, 1).
Queridos hermanos y hermanas: Pongamos confiadamente nuestros ojos en el Cristo doliente en la Cruz, en el “Señor de los Milagros”, para que contemplándolo seamos capaces de reflejar su luz y hacer resplandecer su Amor a las nuevas generaciones. Junto al “Señor de los Milagros”, y con la fuerza de su gracia, la cual sigue dándonos sobre todo a través de los sacramentos, encontraremos el valor para ser sus testigos, y el coraje para construir un Perú donde su Amor sea la fuerza generadora de una nueva forma de relaciones entre las personas, uniéndolas en una dinámica social de reconciliación, fraternidad, y paz. Que así sea. Amén.
#NP30EnVivo Desarrollo de Santa Eucaristía en honor al Señor de los Milagros en la avenida Grau. El cristo moreno realizará hoy su segundo recorrido procesional por diferentes calles de #Piura acompañado de una multitud de fieles.
Publicado por Noticias Piura 3.0 en Martes, 18 de octubre de 2022