La adicción a los videojuegos está considerada por la Organización Mundial de la Salud, a partir de ahora, como una enfermedad mental.
Redacción
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Así lo estableció la organización, que decidió incluir al «trastorno por videojuegos» en su decimoprimera revisión de la Clasificación Internacional de Enfermedades (ICD, por sus siglas en inglés) publicada esta semana.
Este trastorno se define como un patrón de comportamiento frente a esta forma de entretenimiento que tiene una naturaleza e intensidad tal, que produce una marcada aflicción y una disfunción significativa en las relaciones personales y familiares, y en las actividades educativas y sociales de la persona que lo padece.
Según la ICD, este desorden está vinculado a la insuficiencia de actividad física, una dieta poco saludable, falta de sueño, comportamiento agresivo, y depresión, entre otras cosas. El objetivo principal de la OMS al incluir este trastorno en su guía es que pueda servir globalmente para identificar y tratar sus síntomas.
Pero dada la popularidad creciente de videojuegos como Fortnite o Minecraft entre los jóvenes, ¿cómo saber si tu hijo (o tú) es realmente adicto a los juego o si, como a muchos otros niños, sencillamente le fascinan?
— Conductas a las que hay que estar atentos —
Según la OMS, hay tres síntomas clave que pueden ayudarnos a determinar cuándo estamos presentes ante un caso de adicción a los videojuegos:
- Pérdida del control sobre el juego. Esto quiere decir que la persona no es capaz de controlar su conducta en este sentido. Es decir, no puede limitar la cantidad de horas que pasa desempeñando esta actividad ni con qué frecuencia lo hace.
- Priorizar el juego por sobre cualquier otra actividad. En una persona adicta, el juego se impone sobre el resto de los intereses y actividades diarias, que quedan relegadas a un segundo plano.
- Continuación o aumento del juego. Aunque el jugador se vea afectado de forma negativa por este comportamiento, continúa jugando o incluso aumenta la frecuencia y la cantidad de tiempo en que lo hace.
Para establecer un diagnóstico en base a los tres criterios mencionados, este patrón debe ser lo suficientemente severo como para afectar la vida personal y social del individuo y debe manifestarse durante al menos 12 meses.
Sin embargo, y a fin de no crear alarma, la OMS deja en claro que este desorden afecta a una proporción muy pequeña de la población que toma parte en estas actividades.
Fuente: El Comercio