Corría el año 2010. Internet ya tenía su recorrido en el mundo de los usuarios. La mayoría de los habitantes de occidente enviaban mails, SMS por el celular y posteaban fotos familiares en Facebook.
En ese contexto de ebullición digital, dos amigos empezaron a pensar una nueva red social. Veían el crecimiento de Facebook y pensaban: “Algo le falta”. Estos dos jóvenes, Kevin Systrom y Mike Krieger, estudiaban en la Universidad de Stanford ese año, 2010, en el que explotó Facebook en todo el mundo.
Pero como todo historia de éxito, se apoya ante en los fracasos anteriores. Los dos chicos crearon primero una red social que se llamó «burbn». Con esa arquitectura sólida, proyectaron otra, una red social para que los usuarios subieran fotos. La llamaron Instagram. Fue una explosión casi inmediata de millones de personas que se conectaban, subían sus imágenes, comentaban y likeaban a otras.
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Instagram llegó en el momento justo y fue creada, en principio, solo para subir fotos desde el celular. Así, los primeros smartphones hicieron crecer a Instagram en forma exponencial. Fue el momento en que se empezó a hacer cotidiano tomar una imagen con el celular y subirla directamente a la red de los jóvenes de Stanford.
Tanto fue el éxito que dos años se la vendieron por mil millones de dólares a Mark Zuckerberg, dueño de Facebook. Kevin y Mike, ya multimillonarios, siguieron al frente de la aplicación hasta el 2018 donde finalmente se desligaron totalmente.
En los dos primeros años de vida, Instagram llegó a tener más de 50 millones. En la actualidad, la red tiene casi mil millones de usuarios alrededor del mundo y fue incorporando novedades como las stories, que permite a los usuarios mirar y publicar videos temporales, y efectos de realidad aumentada, reels y más.