Las frazadas de tigre viven en el imaginario colectivo de los peruanos y en cada invierno vuelven a ser recordadas y mencionadas debido a que se volvieron infaltables en cada hogar para combatir el frío, y es que esta pesada cobija pica, pero abriga como ninguna otra.
Redacción
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¿Pero, dónde se crearon? ¿Se siguen produciendo? Muchas interrogantes envuelven la mítica cobija, puesto que si tienes una, de seguro es una herencia familiar. Respecto a sus orígenes, estos aun son inciertos, de lo que no hay lugar a duda, es que su cálidez traspasó fronteras.
Una de las teorías más aceptadas es la que pone a México como su lugar de origen. Según Pictoline, las frazadas de tigre eran fabricadas por la empresa Cobertores San Marcos, en alusión a un barrio en Aguascalientes.
Según el portal web, hace más de 40 años, Jesús Rivera Franco tenía el sueño de fabricar una cobija «que todo mexicano pudiera amar». Así, en un viaje a España, descubrió un material para lograrlo. Después de cinco meses y miles de intentos, las frazadas con diseños de tigres, leones, caballos y príncipes aztecas habrían cubrido México y el extranjero.
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Sin embargo, como sucede con diferentes productos exitosos, la competencia y las imitaciones asiáticas se adueñaron del mercado, lo que provocó bajas en sus ventas. En 2004, la empresa quebró y fue el año en el último cobertor original San Marcos salió de esta fábrica.
Ciento treinta años en Perú
En Perú, se dice que los primeros modelos surgieron de la tradicional Fábrica de Tejidos Maranganí, en el Cusco. El rastro más claro, sin embargo, está en Lima, exactamente en la tienda Santa Catalina, que hasta el día de hoy es la distribuidora oficial de atigrada frazada, y que cumple 130 años. Nada menos.
A lo largo de los años, la empresa sufrió una serie de cambios y tuvo distintos dueños. En la actualidad, solo queda activo uno de los locales de Frazadas Santa Catalina. Está en la cuadra 4 del jirón Carabaya, en el Centro Histórico de Lima y sus estantes se apilan las frazadas de tumis y de figuras Nasca, pero salta a la vista el clásico modelo del tigre, el que se mantiene como el más pedido por la gente.
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El invierno comenzó y con él han vuelto a salir de los roperos estas frazadas que han acompañado a generaciones de peruanos con sus inconfundibles tonos negros, blancos y pardos, y ese par de felinos que se miran cara a cara.
Algo debe de tener la bestia asiática que nos cautiva con locura: desde ese elixir cebichero llamado leche de tigre hasta la acrobacia pasional del salto del tigre. Ni qué decir del ‘Tigre’ Gareca, semidiós de nuestra religión futbolera en estos últimos meses de felicidad.
Pero hay que observar otro detalle: aparte del tigre, la frazada también luce un diseño de manchas circulares propias de un felino de mayor peruanidad: el panthera onca u otorongo. Elegante y justo reconocimiento para un animal lamentablemente desprestigiado por 130 congresistas. Urgen más reivindicaciones de este tipo.
Fuente: Correo