La selección peruana realizó su última aparición en el Mundial de Rusia 2018 frente a su similar de Australia; sin embargo, pese a que el juego debía ser limpio para celebrar la fiesta del fútbol, la hinchada australiana protagonizó una terrible actitud racista contra el lateral de la Bicolor, Luis Advíncula.
Redacción
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Según Gustavo Peralta, enviado especial de La República en Rusia, cada vez que el seleccionado peruano tocaba el balón, desde las gradas ocupadas por los australianos se escuchan sonidos guturales en imitación a los producidos por un mono.
De inmediato el racismo manifiesto de la hinchada australiana fue denunciada por diversos periodistas peruanos a través de las redes sociales, remitiendo sus demandas a la cuenta oficial de Twitter de la FIFA.
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«FIFA castiga severamente el racismo en los estadios. Los sonidos de la barra australiana hacia Advíncula, simulando a un mono, merecen una sanción ejemplar», fue la reveladora publicación avalada por el enviado de La República, quien confirmó el indignante acto racista en contra del jugador peruano que demostraba su buen juego contra el equipo rival.
FIFA castiga severamente el racismo en los estadios. Los sonidos de la barra australiana hacia Advíncula, simulando a un mono, merecen una sanción ejemplar. #LiberoMundial
— Carlos Salinas (@SalinasDeportes) 26 de junio de 2018
Luis Advíncula se ha convertido en uno de los jugadores más destacados del equipo de Ricardo Gareca debido a su rápido juego que ha generado muchas oportunidades de gol, como fue en el caso del partido de Perú vs Australia.
Último entrenamiento en Sochi #Caballito #Parcero #VamosPERÚ ????????❤️❤️❤️❤️ pic.twitter.com/CjpmxHDemq
— Luis Advincula (@luisadvincula17) 25 de junio de 2018
Como se recuerda, durante la celebración de la fiesta del fútbol han sido muchos casos en las redes sociales que han despertado la indignación del mundo, como fue lo sucedido por las burlas sexistas contra las hinchas extranjeras, quienes fueron engañadas para repetir insultos al no conocer los significados.
Fuente: La República