Dos nuevas reliquias han sido trasladadas a la Basílica Catedral de Piura, después de permanecer en la parroquia Virgen del Carmen de nuestra ciudad. Estas son del “Lignum Crucis” o Madero de la Cruz y la otra de primer grado de partículas de hueso de Santo Toribio de Mogrovejo.
Leydi Timaná
ltimana@noticiaspiura30.com
Ambas reliquias estarán permanentemente expuestas para la veneración de todos los fieles en una urna especial que se encuentra ubicada frente al altar de la Sagrada Familia de la Catedral de Piura, donde la población podrá venerarlas, además por ser un lugar con mayor visitas de ciudadanos.
«Estas reliquias se encuentran desde hace siglos atrás por la construcción de la iglesia de la Virgen del Carmen, vinieron los misioneros de España a la evangelización pero para mayor veneración se ha trasladado hasta la Basílica», señaló el párroco José Sandoval
| LEER MÁS >>> La imagen del Cristo Morado vuelve a la Catedral de Piura
Según explicó el padre, se conoce como “Lignum Crucis” al Madero de la Cruz en el que murió Nuestro Señor Jesucristo, y también a todo fragmento proveniente de la Vera Cruz hallada por Santa Elena entre los años 325 a 327 en el Gólgota de Jerusalén. El descubrimiento sucedió un 3 de mayo y, por ello, la Iglesia Católica celebra en ese día la Fiesta de la Veneración de la Santa Cruz.
«Lignum Crucis es la astilla de la cruz en la que fue crucificado nuestro señor Jesucristo, es una reliquia de primer grado e importante para nosotros los cristianos», dijo Sandoval.
La segunda reliquia es de primer grado de partículas de hueso de Santo Toribio de Mogrovejo, segundo Arzobispo de Lima y Patrono del Episcopado Latinoamericano. Dijo que se puede reconocer su trabajo evangelizador y sobre todo en aquella época muy difícil dónde hizo además tanta labor pastoral y que su ejemplo hasta ahora perdura y motiva.
Santo Toribio, nació en Mayorga (León, España) en 1538. Luego de ser nombrado Arzobispo, llegó al puerto de Paita en marzo de 1581 e hizo por tierra el fatigoso camino hasta su sede. Ingresó en Lima el 12 de mayo de aquel año.
Visitó innumerables poblados de su amplísimo territorio, uno de los más extensos y difíciles del mundo. A las visitas pastorales dedicó 17 de sus 25 años de obispo. Recorrió la hostil topografía peruana, desde Chachapoyas y Moyobamba hasta Nazca. La caridad de Cristo lo impulsaba a administrar los sacramentos y a instruir a los fieles, a aliviarlos y ayudarlos. Celebró hasta 13 sínodos. Fundó el Seminario de Lima (1590) y lo puso bajo la advocación de su patrono, Santo Toribio de Astorga. En el Perú, su fiesta litúrgica se celebra el 27 de abril.
Finalmente, invitó al público en general a visitar las reliquias que permanecen en esta iglesia, siendo las únicas que contienen estas astillas en nuestra ciudad.
«Todas las personas pueden contemplar y venerar estas reliquias».