La Semana Santa sufrió una reforma litúrgica por el Papa Pio XII quien mediante un decreto llamado “Dominicae Resurrectionis”, modificó el antiguo “Sábado de Gloria”, llamándolo Sábado Santo.
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Además, la celebración a la Resurrección se daba en la mañana del día sábado debido al ayuno preparatorio para la Comunión Sacramental de la medianoche. Su cambio se dio debido a que en el Viernes Santo ya se hacía ayuno y se consideró excesivo prolongarlo por un día más.
El “Sábado Santo” forma parte de uno de los días del Triduo Pascual. Es la conmemoración del sepulcro y Descenso al Abismo de Jesús. El día anterior a él, se recuerda la muerte de Cristo en la Cruz; a su vez en su día próximo, el Domingo de Resurrección.
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Es un día de luto, no se realiza Misa, se guarda silencio y no se hace celebración en sí, debido a lo evocado. Los fieles se acercan a los templos para rezar el Vía Crucis, las Siete Palabras y el Rosario del Pésame.
Además es importante recalcar que Vía Crucis proviene de términos en latín que significan: “El Camino a la Cruz”, representado por 14 estaciones que representan el camino al calvario.
Celebración del fuego nuevo
El sacerdote apaga las luces, enciende el fuego nuevo y con él prende el Cirio Pascual, representando a Jesús. Sobre el cirio se marca el año y las letras griegas “Alfa” y “Omega” con la finalidad de representar a Jesús como el principio y el fin del tiempo.
El eclesiástico bendice el fuego, posteriormente se da la procesión y en ella se encienden las velas y las luces de la Iglesia, mientras el sacerdote canta el Pregón Pascual, el cual es un antiguo poema. Representa la luz que es Dios mismo.
Liturgia de la palabra
Luego de la celebración explicada anteriormente, se sigue con la lectura de la Palabra de Dios. Además, se leen las siete lecturas, se empieza con la Creación y se culmina con la Resurrección.
Liturgia Bautismal
Se empieza bendiciendo la pila bautismal o el recipiente que la represente y luego se recita la Letanía de los Santos, se realiza de esa forma para unir a los presentes con los Ángeles y los Santos del Cielo mediante la oración.
Anteriormente se bautizaba a quienes deseaban ser cristianos en la noche de ese día, los aspirantes se preparaban durante los cuarenta días de cuaresma y estaban en compañía de sus padrinos durante este proceso y el mismo día se realizaban las penitencias por los pecados cometidos en público.
En la actualidad, la Iglesia permite renovar las promesas bautismales y acercar a los fieles a la religiosidad con un espíritu renovado.
Fuente: Globovisión