En medio del sol intenso que traspasa las casas de quincha en pleno desierto de Sechura, Carmen Giuliana Pingo Mío, aviva el fuego de su cocina de leña para terminar de cocinar y almorzar, pues debe apresurarse para entrar a sus clases virtuales en la Institución Educativa La Unión, ya que en su pueblo no hay internet, mucho menos colegios secundarios.
Ella se encuentra en su pequeña casa construida con material rústico, ubicada en el anexo Los Pocitos, en el desierto de Sechura. Deja de lado los quehaceres domésticos para apresurarse porque no quiere llegar tarde.
Ella no debe tomar un carro para ir a su colegio, su medio de transporte es una escalera y su salón de clases es un algarrobo. Desde hace dos años, trepa este árbol para captar internet y pasa tres horas de su vida académica en este algarrobo para sacar adelante a su familia, pues quiere ayudar a sus hermanos menores a salir adelante y juntos brindar ayuda a sus padres.
Desde el inicio de la pandemia, las cicatrices y raspaduras describen sus manos y piernas que ocasionó cada subida al árbol. El tronco áspero ha convertido las manos de Carmen en gruesas herramientas para posicionarse entre las ramas a escuchar tres horas de clases.
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El adormecimiento de sus piernas la obligan a acomodarse cada cierto tiempo hasta que sus clases acaban. Al terminar, nuevamente se prepara para bajar. Muchas veces, antes de descender puede divisar a su padre que llega después de recorrer varios pueblos donde vende miel de abeja como único sustento para la familia.
Esta vez, el padre de Carmen no ha tenido suerte en las ventas y regresa a casa con algunas botellas de miel en su furgón; así que la estudiante se apresura en bajar del árbol para ayudarle a su papá con las botellas llenas de miel de abeja.
“Le pido al ministro de Educación que instale internet y que haga un colegio para inicial, primaria y secundaria para no estar subiendo a los montes a captar señal. Además, no tenemos vías carrozables para trasladarnos”, expresó la niña de 14 años.
Finalmente, Carmen espera ser escuchada por las autoridades para que puedan instalar internet, así como la construcción del colegio que tanto desea la población de su pueblo, mientras tanto, seguirá escuchando clases bajo el intenso calor que se siente más en el desierto de Sechura