Con profunda fe, recogimiento y fervor, gran cantidad de fieles devotos se reunieron la mañana de hoy en el Atrio de la Basílica Catedral de Piura, para participar en la Santa Misa de fiesta en honor al Señor de los Milagros, la cual fue presidida por Monseñor José Antonio Eguren.
Redacción
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En dicha celebración eucarística, estuvieron presentes autoridades políticas, civiles y militares de nuestra Región, religiosas, delegaciones de escolares y los miembros de la Hermandad del Señor de los Milagros de Piura, junto a las hermanas sahumadoras y a los pequeños integrantes de la Hermandad Infantil.
Culminada la celebración eucarística la venerada imagen de nuestro Cristo Moreno inició su penúltimo gran recorrido por las principales calles de nuestra ciudad, llevado en hombros de los miembros de la Hermandad.
El arzobispo durante la homilía dijo, “En la imagen bendita del Señor de los Milagros hay dos mujeres pintadas a los pies de la Cruz de Cristo: son María Magdalena y la Virgen María, la Madre de Jesús. Ellas nos enseñan a tener dos actitudes fundamentales en la vida cristiana: la conversión y la fidelidad. Sabemos que la Magdalena era una mujer pecadora, una mujer pública, pero al encontrarse con el Señor, encuentra en Jesús compasión, misericordia, y un amor capaz de hacer de ella una persona nueva. […] . Repito: no hay pecado, delito o crimen, por terrible que este sea, que el Señor no pueda perdonar. Basta que, acercándonos humildemente a la confesión sacramental, tengamos sincero dolor de haber pecado, arrepentimiento genuino de nuestras faltas, y firme propósito de enmienda».
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En otro momento sostuvo que, “La otra mujer a los pies del Señor de los Milagros -continuó Monseñor Eguren- es su Madre Santa María, quien nos enseña la importancia de la fidelidad en la vida cristiana. ¿Pero qué nos exige la fidelidad cristiana de la cuál María es modelo eminente para nosotros? En primer lugar, buscar la voluntad de Dios en todo momento. María fue fiel cuando con amor se puso a buscar lo que Dios quería de Ella. […] Finalmente, María nos enseña que para ser fieles además de la búsqueda y de la acogida, necesitamos de la coherencia y de la constancia. Coherencia que es vivir de acuerdo con lo que se cree, que es ajustar la vida a la fe que profesamos, que es hacer que la vida cristiana se haga vida cotidiana. Ser coherentes es también no contentarse con no hacer el mal, sino más bien esforzarse, con la ayuda de la gracia, por hacer cada día todo el bien que podamos a los demás».
Dignidad incomparable de la Mujer
Dos mujeres nos enseñan las claves de la espiritualidad del Señor de los Milagros: conversión y fidelidad. La valorización de la mujer hunde sus raíces en el Evangelio mismo, con el Señor Jesús, y no es de ahora, de estos tiempos. La imagen del Señor de los Milagros nos enseña a valorar a la mujer, porque ella es comprensión, intuición, compasión, corazón, delicadeza y fineza, capacidad de sacrificio, de amor, de entrega sin límites sin esperar nada a cambio.