No es temporada de raspadillas, pero esta historia lo vale… La buena atención a los clientes y el amor a lo que hago me han llevado a mantenerme en este trabajo. La venta de raspadillas me ha permitido sacar adelante a mis hijos y a mi familia, ellos ahora son profesionales, gracias a las raspadillas que preparo, nos comenta José Salvador, más conocido como Don Vale.
Con una sonrisa, don Vale nos cuenta que todo empezó desde el año 1984, él llegó a Piura en busca de trabajo, momentos en que era víctima de las fuertes lluvias por el Fenómeno de El Niño de ese año, pero no sabía qué hacer, por lo que decidió iniciar su negocio en la venta de raspadillas instalándose en la esquina de la avenida San Martín con Huancavelica, en Piura, lugar donde se mantiene hasta ahora, pero ¿cómo empezaron a llamarlo “Vale”?, nombre artístico como él dice y no José.
Pues todo comenzó cuando alumnos de los colegios cercanos a esta esquina llegaban a comprar sus raspadillas, pero mucho de ellos no tenían dinero ofreciéndoles sus calculadoras, carteras y su respuesta era ¡todo vale! así que esto permitió para que un amigo le pusieron ese sobrenombre “Vale”.
Su humildad, carisma y la buena atención al público lo ha llevado a mantenerse en este trabajo.
No es temporada de las raspadillas por el frío, sin embargo sigue vendiendo. La venta es muy baja, pero igual la gente llega a comprar sus ricas raspadillas, esas que son preparadas con jarabes naturales, así que piurano que no ha probado sus raspadillas no es piurano.
Aparte de raspadillas, también ofrece papas rellenas, empanadas, comida, entre otros productos.