Alguna vez en tu vida habrás escuchado la expresión: “No te hagas el sueco, que sé que me estás oyendo», la explicación de esta frase hecha está, por supuesto, en la raíz etimológica de la misma. Por lo tanto, ¿cuál es el origen de la expresión ‘hacerse el sueco’?
Redacción
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En realidad, y aún cuando ninguna se ha podido probar al 100%, existen varias versiones que explican el origen de dicha expresión, cuya definición, según la RAE, es “desentenderse de algo, fingir que no se entiende”. El origen lingüístico más lógico es ese que referencia la propia Real academia española, cuando dice que es una desvirtualización de la palabra latina ‘soccus’, que significa literalmente ‘tronco de madera’. Así, podría entenderse que, cuando una persona se hace el sueco, queda inalterable e inmóvil frente a todo tipo de asuntos o problemas que se le presenten, al igual que haría un tronco.
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Según otros, la explicación es histórica, de cuando los marineros suecos atracaban en España e, incapaces de comprender la lengua castellana, aprovechaban para asimilar lo que les interesara. No podían ‘hablar en cristiano’ y, por lo tanto, se desentendían de los asuntos que no les afectaran. Sin embargo, esta versión de un estereotipo cultural es de dudosa fidelidad, o, quizás, la formación de la expresión podría ser simplemente una mezcla entre ambas.
Por último, otros expertos se han dispuesto a señalar un origen muy distinto. Según comentan, ‘soccus’ también servía en latín para nombrar a una especie de pantufla que calzaban los actores en el teatro romano. De esta etimología nos llegan por ejemplo zueco y zoquete, utilizado, este último, para hablar de alguien torpe o tonto.
Según la RAE, por su parte, la utilización de este modismo que sirve como metáfora se recoge por primera vez en un texto escrito en 1841, la obra de teatro ‘Dios los cría y ellos se juntan’ de Manuel Betrón de los Herreros. Así, la historia de su uso se remontaría, por lo menos, hasta hace casi dos siglos.