La intervención quirúrgica para el tratamiento de un defecto craneal se denomina Craneoplastía, que se indica especialmente cuando los fragmentos de huesos del cráneo deben ser desechados a causa de tumores, infecciones y otras patologías que requieran la reconstrucción de los defectos craneales.
A este tipo de operación será sometida Indalecia, una niña de 4 años que cayó de un puente de Sondorrilo, en la sierra piurana. «Retornaremos el hueso del cráneo que se extrajo en la primera cirugía Craniectomía Descompresiva, para permitir que se desinflame la parte del cerebro afectada”, explicó el neurocirujano José Capillo, especialista de la Red Asistencial Piura de EsSalud.
Las diferentes técnicas de reconstrucción craneal se remontan a la antigüedad, pues existe evidencia arqueológica de poblaciones prehistóricas en el pacífico sur, donde se utilizaban cocos o plaquetas de oro para la reparación de los defectos en el cráneo; fue en 1670 cuando se introdujeron estas técnicas, pero con un injerto óseo de un can para reparar el defecto craneal de un soldado ruso.
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Hasta el siglo XX se perfeccionaron las técnicas utilizando materiales aloplásticos para la reparación de defectos craneales (como el metilmetacrilato, que comenzó a utilizarse en 1940 o el titanio que se utilizó para una craneoplastía en 1965), pero aún se utiliza material óseo de humanos.
La Craneoplastía es un procedimiento neuro-quirúrgico que se utiliza para la reconstrucción craneal en pacientes que sufrieron una lesión, ya sea causada por accidentes, por cirugías previas o por defectos congénitos; consiste en levantar e cráneo para injertar un hueso u otro material como una placa de titanio, injertos de nervios o materiales acrílicos para la corrección de la deformación.
Esta cirugía es de gran ayuda para que el paciente pueda lucir una apariencia más estética, brindar la protección necesaria al cerebro, mejorar las funciones neurológicas y aliviar los dolores de cabeza que suelen acompañar a estas malformaciones.
La cirugía se realiza con anestesia general, posteriormente se realiza una incisión en la parte de la cabeza donde se encuentre la zona afectada (que fue afeitada y desinfectada con anterioridad); el especialista podría levantar el cuero cabelludo para acceder a la zona dañada y posteriormente procederá a realizar la reparación de la zona, injertando el sustituto de hueso o el tejido óseo, asegurándolo en su lugar.
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El neurocirujano debe asegurarse de que el tejido ha dejado de sangrar y de que se ha suturado adecuadamente; los puntos usados para esta cirugía suelen ser de materiales que se disuelven por sí mismos una vez que la herida ha sanado.
Posterior a la cirugía, el paciente será trasladado a la sala de recuperación, donde se monitorean los signos vitales y capacidades motoras y de lenguaje; una vez comprobado que no se presentaron secuelas o complicaciones durante la cirugía, el paciente se traslada a su habitación, donde puede permanecer hasta una semana, mientras las heridas cicatrizan y el paciente se recupera, aunque otros pacientes pueden abandonar el hospital antes.
Riesgos
Antes del procedimiento, el neurocirujano explicará al paciente los riesgos relacionados con la cirugía, ya que se trata de una operación en la que se involucra al sistema nervioso central. Algunos riesgos son: accidente cerebrovascular, formación de coágulos, convulsiones, hemorragias e infecciones, el cual es el riesgo más común pues es asociado a la implantación de hueso o sustituto óseo en la cabeza, por lo que el cirujano prescribirá antibióticos para la prevención del desarrollo de un cuadro infeccioso.
El material a elegir debe ser viable, con una buena capacidad de crecimiento y osteointegración, resistente a la infección, que no conduzca el calor, no sea corrosivo y tenga cualidades biomecánicas, similares a las que presenta el cráneo. Dentro de los tipos de injertos craneales se encuentran los autoplásticos y los aloplásticos, siendo los más utilizados los primeros, ya que tienen mejores cualidades adaptativas; los materiales utilizados en cirugías craneales son:
- Hueso autólogo. Es hueso obtenido a partir del mismo individuo que recibirá el injerto, por lo que puede ser recolectado de huesos no esenciales, siendo las fuentes más utilizadas el hueso de la barbilla o extra oral, el de la cresta ilíaca, el peroné o las costillas; es el tipo de injerto más utilizado porque reduce al mínimo el riesgo de rechazo pues se obtiene del mismo cuerpo del paciente, aunque por el lado negativo, añade una zona de dolor postoperatorio. Sin embargo, la edad del paciente y las fracturas múltiples podrían ser un impedimento para estos injertos, siendo más recomendados para niños.
- Metilmetacrilato. Un material exotérmico de poca adherencia, que causa reacción tisular y que puede moldearse para la adaptación de la curvatura del cráneo.
- Titanio. Es el metal más utilizado para las prótesis pues es biocompatible, resistente y liviano, además no presenta reacciones de hipersensibilidad ni alergia.
- Polietileno poroso. Un material biocompatible, con buenos resultados estéticos, nulas probabilidades de infección, de buena tolerancia, no tóxico ni corrosivo y de buenas cualidades para adaptarse al tejido para la revascularización y crecimiento tisular.
La decisión sobre el material a utilizar depende del neurocirujano, quien lo recomendará con base en las características de cada paciente. Durante la cirugía, una vez que se expone el defecto en el cráneo, el cirujano retira las adherencias de fibras sobre los bordes óseos y la duramadre, la cual se protege con algodón y gasas, a modo de que sirvan como molde para el material a utilizar como injerto. En ocasiones se realizan perforaciones para evitar cúmulos de piel entre el tejido injertado y la duramadre, pues estas perforaciones permiten que el líquido acumulado fluya y se pueda adherir el tejido conectivo.
Antes de una Craneoplastía se recomienda realizar una tomografía al paciente, con el fin de realizar el procedimiento con las características adecuadas de simetría, grosor óseo y de volumen, para que el paciente tenga resultados de mejor calidad estética y funcional, recordemos que esta cirugía tiene como objetivos principales la mejora de la apariencia estética y la protección del cerebro.
La Craneoplastía puede utilizarse para rehabilitar de forma funcional o morfológica la bóveda craneana, que fue dañada por un defecto óseo grave como el Síndrome del Trepanado caracterizado por dolores de cabeza, mareo, irritabilidad, falta de concentración, ansiedad, intolerancia al ruido y a las vibraciones. Otras situaciones donde se recomienda la reconstrucción craneal son los trastornos neurológicos como epilepsia, cambios en la dinámica del líquido cefalorraquídeo, alteraciones morfofuncionales debido a defectos craneales; esta cirugía además de mejorar la estética, puede mejorar el flujo vascular y reducir los efectos neurológicos ocasionados por los trastornos.
Fuente: neurocirugiadf.com